Brecha salarial y techo de cristal. Dos términos que indican discriminación y que asociamos, automáticamente, y gracias a un nuevo auge de la lucha feminista en los últimos años, a diferencias entre hombres y mujeres cisgénero. ¿Pero qué sucede cuándo hablamos de personas trans? “No es posible contestar porque ni siquiera hay estudios”, lamenta Paula Mauro Mas, técnica de género de Médicos del Mundo Cataluña, quienes ofrecen un servicio de inserción socio-laboral para mujeres, tanto trans como cisgénero, que ejerzan la prostitución y quieran dar el paso al mercado laboral regular. “Ni siquiera sabemos cuantas hay. No está ni registrado el número de personas tras. Con ese paradigma se nos plantea una dificultad enorme de poder sensibilizar sobre estos temas”, explica Mauro.
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“Las mujeres, normalmente, debido a la sociedad, como está conformada y el sexismo que existe, tienen una pérdida de estatus con respecto al hombre. Al hombre se le suele valorar más la opinión en el puesto de trabajo. Una mujer trans, biológicamente ha sido un hombre, ha tenido todo el estatus social y, ahora, está en el último eslabón de ese estatus. Porque es mujer pero, encima, trans”, asevera Francisca Salinas, también técnica de género de Médicos del Mundo Cataluña. “Si nos referimos a los hombres trans, pasa todo lo contrario. Ellos sienten que se le valoran más en el puesto de trabajo y sus opiniones se tienen mucho más en cuenta. Los hombres trans tienen un aspecto mucho más masculinizado gracias al proceso hormonal que llegan a tener. Si comparamos el nivel de empleabilidad de las mujeres trans y los hombres trans, hay mayor empleabilidad en hombres, la tasa es mucho más elevada que en mujeres”.
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Fuente: Médicos del Mundo
Según el estudio “Transvisibles - Innovación metodológica para la orientación profesional y el empoderamiento económico de las mujeres trans”, de Alba Elvira y Nagore García, técnicas de Fundació Surt, y Miquel Missé y Gerard Coll-Planas, sociólogos, las mujeres trans tienden a ser invisibilizadas, especialmente en el mercado laboral. Además, los estereotipos estigmatizan y dan una imagen negativa de las mujeres. De esta manera, se tiende a creer que solo pueden desarrollar algunas profesiones.
Para Mauro, cada mujer que llega a Médicos del Mundo, es diferente. “En un diagnóstico participativo que hicimos en 2017 encontramos que había tantas historias como personas”, explica. Algunas mujeres vivían en situación irregular, otras tenían permiso y otras habían nacido en Barcelona, tenían diferentes formaciones, pero todas tenían el mismo problema: la inserción laboral. “Para ellas es la piedra filosofal, es la puerta de entrada a todo lo demás. Al final el trabajo es el acceso a un montón de recursos. Básicamente porque te provee de recursos económicos y eso es, muchas veces, poder tener un piso, una vivienda en condiciones, etc.”
Por eso, el apoyo de instituciones y organismos en clave. Carol Murcia, hondureña, hace cuatro años que tiene el estatus de refugiada y ha participado en el programa de inserción de Médicos del Mundo, además de contar con el apoyo de Barcelona Activa para la búsqueda de empleo. “Me gustaría ser encargada de personal en tienda, pero sé que es un puesto de cara al público y que es difícil la oportunidad por ser mujer trans”, cuenta. Pero está contenta: “Mi experiencia personal, hoy en día, es muy positiva, ya que desde hace dos años trabajo como encargada de limpieza en un teatro y tengo un ambiente laboral muy respetuoso, sin prejuicios y sin transfobia”. Al menos, es un buen comienzo.